Peugeot RCZ 1.6 THP 200CV, nacido para disfrutarse (III)

Por fin. Llegamos a la tercera parte de la prueba del Peugeot RCZ, momento en el que ponemos las llaves en el contacto, las giramos y dejamos rujir su motor 1.6 THP de 200CV al ralentí. La primera vez que arranqué el motor tenía una sonrisa de oreja a oreja como ya comenté en la primera parte.

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En cifras absolutas no es un superdeportivo, pero es un coche capaz de aflorar sensaciones muy interesantes al volante, y buena prueba de ello había sido esa primera impresión. Tocaba salir del parque de prensa y comenzar a disfrutar los primeros kilómetros con especial cuidado hasta cogerle el tacto al coche. Veamos que tal se dio.

Pero antes de salir hay que seguir el procedimiento de rigor, ajustarse el asiento, los retrovisores, el volante y ponerse el cinturón. Como ya hemos comentado, la regulación del asiento es eléctrica (y son calefactados), y permite ponértelo a tu gusto. Si con el Peugeot 508 no conseguí tener una posición que me gustara del todo durante toda la prueba aquí fue totalmente al contrario.

Nada más tirarte al coche (porque está tan bajito que casi que te tiras al suelo) los backet te acomodan el cuerpo bastante bien. Tras colocar primero la banqueta todo lo más abajo posible (ya sabéis, mejor centro de gravedad y una mejor visión en profundidad de la carretera) y a la distancia correcta de los pedales tocaba colocar manualmente el volante.

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Éste se deja colocar en buena posición sin entorpecer la visión del cuadro (en mi Mito cuesta colocarse bien para que no te corte la zona alta de las RPM el volante), lo que unido a una buena posición del asiento y una palanca de cambios a la distancia correcta favorece una postura cómoda y deportiva, mientras que las piernas van más estiradas que en un turismo medio.

Tras colocar los retrovisores exteriores en buena posición y el central correctamente (que además contaba con sistema eléctrico anti-deslumbramiento) es el momento de abrocharse el cinturón de seguridad y disfrutar del coche.

Lo primero que se nota es la dureza de la dirección, mucho mayor de lo que estamos acostumbrados. Esa dureza viene acompañada de un mayor feeling de lo que está haciendo el coche y lo que ocurre con las ruedas.

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Una vez salimos a la carretera es momento de probar la aceleración del RCZ y la respuesta de su motor. Hay que decir que la unidad tenía 500 Km nada más, con lo que tanto su motor, sus consumos y el tacto de la caja de cambios eran algo más toscos de lo que serán una vez el coche tenga 10.000 Km.

Empecemos por el motor. Se nota el gran par que tiene desde bajas vueltas, siendo muy enérgico y empujando como un condenado desde casi cualquier zona del cuentarevoluciones. Notas un flujo constante de potencia y los 200 CV se hacen notar, pero no es un motor explosivo, sino muy lineal. No vas a encontrar sensaciones explosivas al pisar a fondo el acelerador (en 2ª a partir de 3000 RPM si, claro), pero vas a notar la potencia en todo momento.

Esto le quita algo de «gracia» al motor, pero permite un rango de utilización muy amplio, algo que permite usar el coche tanto para darse una vuelta los domingos como para el día a día de manera suave. Además de su potencia su sonido ha quedado bastante redondo, por lo que lo disfrutarás cuando estires las marchas.

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El ritmo con el que se puede circular con este coche es bastante alto, ya que gracias a su altura al suelo, sus neumáticos anchos, su chasis y su aerodinámica tiene bastante aplomo en autopista. Pero donde descubrimos su agilidad es en carreteras secundarias a las que se pueda circular a velocidad media. Esto se debe a su aerodinámica, que nos ejerce mejor aplomo cuando ya circulamos algo rápido frente a otros modelos con chasis muy afinados, donde cuanto más ratonera es la carretera mejor se comportan.

Su dirección es bastante directa, algo que unido a lo que consigue transmitir y la dureza que tiene nos permite estar siempre conectados al coche y atentos a la carretera. Su posición de conducción nos permite vislumbrar la carretera y prepararnos para las curvas venideras, mientras que su suspensión, dura pero no excesivamente incómoda, mantiene los balanceos de la carrocería bajo control.

Por supuesto que en conducción normal la dureza de la suspensión junto a su perfil 40 no son buenos aliados con los baches, resaltos y demás desperfectos no solventados por las administraciones públicas, pero no llega a ser algo muy incómodo y los asientos absorben parte de las irregularidades también.

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Sin embargo esos mismos asientos tienen una sujeción lateral algo escasa para el agarre que puede generar el Peugeot RCZ, por lo que es un punto que se debería mejorar (u ofrecer otros backets más envolventes) si el uso que le queremos dar es más deportivo.

El cambio tiene unos recorridos cortos, y salvo porque se notaba que estaba todavía sin rodar, el tacto al engranar las marchas es bastante correcto, así como la facilidad para que la marcha que queramos vaya hacia donde tenemos pensado. Lo único que no me terminó de gustar es el poder mover la palanca una vez ya engranada la marcha, pero no es que esté suelta la palanca o baile.

Los cambios pueden ser muy rápidos, y se compaginan sin problemas con el punta-tacón al reducir gracias a una buena posición de los pedales. El tacto de los mismos es correcto, con una dureza al presionarlos suficiente para notarlos bien pero sin llegar a cansarte en un atasco. La única pega sobre los pedales (y bien grande) es ese acelerador tamaño juguete. Se trata de una simple y fina tira vertical que deja mucho espacio libre entre freno y acelerador. Tendría que ser un pedal más ancho desde luego.

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El freno tiene un buen tacto, y tanto su mordida inicial como potencia de frenada son bastante grandes, como cabría esperar de un coche de este calibre. Lo que no pude probar es la resistencia que tienen bajo un uso intensivo. Los discos delanteros de 340mm delante y 290mm detrás son suficientes sin duda.

En cuanto a consumos, finalmente y tras una semana de uso sin preocuparme por la eficiencia en particular, conseguí 8.2 Litros a los 100 Km de media en uso combinado/deportivo,siendo el total de Kms recorridos en torno a los 800. Si a esto le unimos que el motor estaba apenas sin rodar y que la banda de utilización del motor permite circular a bajas vueltas con potencia suficiente, creo que será fácil conseguir consumos de entre 6.5 y 7.5 litros en uso combinado y diario a velocidad entre 80 y 100 Km/h, una cifra nada mala, ya que homologa 6.9 bajo este tipo de uso.

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Como podéis ver, es un coche perfectamente usable para el día a día, y que te hará disfrutar de la conducción sea cual sea la situación. Tiene sus defectos y sus puntos mejorables, como todos los coches, pero el resultados hablando dinámicamente es bastante bueno, plantándole cara de tu a tu al Audi TT, su principal rival.

En FajardoRacing: Peugeot RCZ 1.6 THP 200CV, nacido para disfrutarse (I) | Peugeot RCZ 1.6 THP 200CV, nacido para disfrutarse (II) | Peugeot RCZ 1.6 THP 200CV, nacido para disfrutarse (IIII)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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2 thoughts on “Peugeot RCZ 1.6 THP 200CV, nacido para disfrutarse (III)

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